Post by M on Mar 18, 2009 17:36:56 GMT -5
Después de “despertar” de mi sueño diurno, donde conocía a la hija del jefe Swan, me enamoraba de ella, se desataban batallas campales entre los Volturi y los Cullen, donde ella había dado su vida humana por un amor desmedido hacia mi. Después de verme enloquecido por su aroma, y luchando contra mis deseos. Después de haberme casado con ella en mi mente, regresé a la realidad. Al parpadear un poco, me vi a mi mismo de vuelta en el salón de biología, la vi entrar, la esperaba, su mente era un punto en blanco en medio de una acalorada maraña de pensamientos, la mayoría de las veces, vacios y sin mucho sentido.
El ventilador encendido esparcía su aroma por todas partes mientras yo sentía como mi garganta empezaba a arder.
Traté de mirar por la ventana, traté de distraer mi mente pero era casi imposible. Su aroma me envolvía mientras su pulso acelerado hacia que mi mente solo escuchara su música. Casi podía ver la sangre correr a través de su transparente piel. Sus ojos oscuros como la noche, me hacían caer en un letargo de sensaciones, primordialmente deseo.
El ardor ya me quemaba y este fuego se comenzó a esparcir lentamente por el resto de mi cuerpo.
Ella caminaba lentamente para sentarse a mi lado, mientras el brillo de sus ojos amortiguaba levemente mi deseo por su sangre.
Todo mi cuerpo se tensionaba al sentirla cerca, era muy hermosa, pero su belleza se ocultaba detrás de un aroma paralizante.
Tomé fuertemente la mesa del laboratorio tratando de llevar mi deseo a otro nivel.
Intenté dejar de respirar para no inhalarla, pero cada movimiento suyo era más tentador, mientras su corazón se seguía acelerando.
Cerré los ojos un par de segundos e inhale profundamente dejando que su aroma llenara mis pulmones e intoxicara mi sistema. Al abrir los ojos de nuevo, sentí como un brillo rojizo destellaba.
Giré lentamente, conté cabezas. Eran 19 adolecentes y un maestro. 20 vidas que estaban a punto de tomar, para saciar mi sed por su deliciosa sangre. Volví a contar. En mi mente realicé el plan minuciosamente. Primero iría atrás, y en un par de segundos rompería sus cuellos. Me habría deshecho de 4. Tendrían tiempo de gritar.
Consideré la siguiente posibilidad. Mostrarles a todos mi rostro enfurecido y saltar a cerrar la puerta. Así todos correrían en esa dirección para intentar salir y podría tenerlos a todos juntos y terminar el trabajo mas rápido. Una sonrisa algo malévola y oscura se dibujó en mi rostro. La miré directamente mientras se escondía detrás de una hermosa cortina de cabello, que había puesto entre los dos. Como si eso me fuera a detener.
Me levante lentamente de mi asiento y camine hasta el frente del salón. Justo en frente del señor Banner. Lo tomé por el cuello, mientras el ruido de las voces del salón se silenciaba, y la maraña de pensamientos se convertía en un montón de preguntas sin sentido.
Cerré los ojos mientras mi mano se cerraba en su garganta. Al escuchar los gritos, sabía que había terminado. Salté rápidamente hacia la puerta y la cerré poniéndole seguro. Entonces, tal y como lo había planeado, todos comenzaron a correr hacia mi. Y en cuestión de un par de segundos había 19 cuerpos de jóvenes a mis pies.
Ella, que permaneció en su asiento, aparentemente congelada por el miedo, me miraba expectante, al mismo tiempo con esos ojos oscuros llenos de pánico me rogaba que no le hiciera nada. Pero mi plan ya estaba en marcha, y no me iba a detener ahora que estaba tan cerca.
Caminé lentamente hacia ella, sin despegar un segundo mí mirada de su rostro, estaba más pálido y ahora su sangre era más evidente a través de su piel. Volví a sonreír mientras ella parecía temblar. Su manó aprisionando fuertemente el lápiz, lo rompió en dos partes, mientras mi sonrisa era cada vez mas malévola.
-mi nombre es Edward Cullen- dije con una voz grave – y tu eres, Isabella Swan-
-bella- dijo con su voz temblorosa
-bella- repetí y me detuve justo al frente suyo –no te va a doler- dije mientras tomaba su rostro entre mis manos y la obligaba a mirarme a los ojos
-no me hagas nada- dijo suplicante con los ojos llenos de lagrimas, pero ya era demasiado tarde.
Me incliné lentamente sobre su cuello y respire por última vez su aroma.
Abrí la boca lentamente sobre su piel tibia mientras su corazón parecía enloquecer con latidos erráticos y completamente deliciosos.
Deslicé mis dientes lentamente sobre su piel, y comencé a sentir el torrente mas exquisito invadir mi boca. No podía parar, ni quería parar, mientras sus gritos se ahogaban en mis pensamientos.
Pocos minutos mas tarde, golpeaban la puerta fuertemente, mientras yo terminaba mi cometido.
Su sangre era más deliciosa de lo que alguna vez imaginé. Su aroma, ya se estaba esfumando de la habitación, pero su sabor permanecía en mi.
El brillo de sus ojos se había extinguido, al igual que el fuego que quemaba mi piel.
Respiré profundamente, y Salí por la ventana del salón, rompiendo el vidrio en un fuerte estruendo.
Una vez afuera, pensé en Carlisle…. Esme… Alice… Emmett… Rosalie… Jasper
Que había hecho?
No solo había asesinado a 20 de mis compañeros y a un maestro. Había acabado con la vida de mi familia…. Todos eran inocentes, menos yo…. No sabia cual era una mejor salida… si morir, o escapar.
Pero aun embriagado por su sangre, no podía decidir, solo me interné en el bosque con una satisfacción a medias que se mezclaba con una culpa profunda y paralizante.
Ahora no sabia cual era el sueño y cual la realidad. Aun así, esperaba que fuera lo menos doloroso sin importar cual de las dos realidades fuera.
El ventilador encendido esparcía su aroma por todas partes mientras yo sentía como mi garganta empezaba a arder.
Traté de mirar por la ventana, traté de distraer mi mente pero era casi imposible. Su aroma me envolvía mientras su pulso acelerado hacia que mi mente solo escuchara su música. Casi podía ver la sangre correr a través de su transparente piel. Sus ojos oscuros como la noche, me hacían caer en un letargo de sensaciones, primordialmente deseo.
El ardor ya me quemaba y este fuego se comenzó a esparcir lentamente por el resto de mi cuerpo.
Ella caminaba lentamente para sentarse a mi lado, mientras el brillo de sus ojos amortiguaba levemente mi deseo por su sangre.
Todo mi cuerpo se tensionaba al sentirla cerca, era muy hermosa, pero su belleza se ocultaba detrás de un aroma paralizante.
Tomé fuertemente la mesa del laboratorio tratando de llevar mi deseo a otro nivel.
Intenté dejar de respirar para no inhalarla, pero cada movimiento suyo era más tentador, mientras su corazón se seguía acelerando.
Cerré los ojos un par de segundos e inhale profundamente dejando que su aroma llenara mis pulmones e intoxicara mi sistema. Al abrir los ojos de nuevo, sentí como un brillo rojizo destellaba.
Giré lentamente, conté cabezas. Eran 19 adolecentes y un maestro. 20 vidas que estaban a punto de tomar, para saciar mi sed por su deliciosa sangre. Volví a contar. En mi mente realicé el plan minuciosamente. Primero iría atrás, y en un par de segundos rompería sus cuellos. Me habría deshecho de 4. Tendrían tiempo de gritar.
Consideré la siguiente posibilidad. Mostrarles a todos mi rostro enfurecido y saltar a cerrar la puerta. Así todos correrían en esa dirección para intentar salir y podría tenerlos a todos juntos y terminar el trabajo mas rápido. Una sonrisa algo malévola y oscura se dibujó en mi rostro. La miré directamente mientras se escondía detrás de una hermosa cortina de cabello, que había puesto entre los dos. Como si eso me fuera a detener.
Me levante lentamente de mi asiento y camine hasta el frente del salón. Justo en frente del señor Banner. Lo tomé por el cuello, mientras el ruido de las voces del salón se silenciaba, y la maraña de pensamientos se convertía en un montón de preguntas sin sentido.
Cerré los ojos mientras mi mano se cerraba en su garganta. Al escuchar los gritos, sabía que había terminado. Salté rápidamente hacia la puerta y la cerré poniéndole seguro. Entonces, tal y como lo había planeado, todos comenzaron a correr hacia mi. Y en cuestión de un par de segundos había 19 cuerpos de jóvenes a mis pies.
Ella, que permaneció en su asiento, aparentemente congelada por el miedo, me miraba expectante, al mismo tiempo con esos ojos oscuros llenos de pánico me rogaba que no le hiciera nada. Pero mi plan ya estaba en marcha, y no me iba a detener ahora que estaba tan cerca.
Caminé lentamente hacia ella, sin despegar un segundo mí mirada de su rostro, estaba más pálido y ahora su sangre era más evidente a través de su piel. Volví a sonreír mientras ella parecía temblar. Su manó aprisionando fuertemente el lápiz, lo rompió en dos partes, mientras mi sonrisa era cada vez mas malévola.
-mi nombre es Edward Cullen- dije con una voz grave – y tu eres, Isabella Swan-
-bella- dijo con su voz temblorosa
-bella- repetí y me detuve justo al frente suyo –no te va a doler- dije mientras tomaba su rostro entre mis manos y la obligaba a mirarme a los ojos
-no me hagas nada- dijo suplicante con los ojos llenos de lagrimas, pero ya era demasiado tarde.
Me incliné lentamente sobre su cuello y respire por última vez su aroma.
Abrí la boca lentamente sobre su piel tibia mientras su corazón parecía enloquecer con latidos erráticos y completamente deliciosos.
Deslicé mis dientes lentamente sobre su piel, y comencé a sentir el torrente mas exquisito invadir mi boca. No podía parar, ni quería parar, mientras sus gritos se ahogaban en mis pensamientos.
Pocos minutos mas tarde, golpeaban la puerta fuertemente, mientras yo terminaba mi cometido.
Su sangre era más deliciosa de lo que alguna vez imaginé. Su aroma, ya se estaba esfumando de la habitación, pero su sabor permanecía en mi.
El brillo de sus ojos se había extinguido, al igual que el fuego que quemaba mi piel.
Respiré profundamente, y Salí por la ventana del salón, rompiendo el vidrio en un fuerte estruendo.
Una vez afuera, pensé en Carlisle…. Esme… Alice… Emmett… Rosalie… Jasper
Que había hecho?
No solo había asesinado a 20 de mis compañeros y a un maestro. Había acabado con la vida de mi familia…. Todos eran inocentes, menos yo…. No sabia cual era una mejor salida… si morir, o escapar.
Pero aun embriagado por su sangre, no podía decidir, solo me interné en el bosque con una satisfacción a medias que se mezclaba con una culpa profunda y paralizante.
Ahora no sabia cual era el sueño y cual la realidad. Aun así, esperaba que fuera lo menos doloroso sin importar cual de las dos realidades fuera.