Post by hany Cristalune on Aug 5, 2009 19:07:35 GMT -5
CENIZA
“Procura no tropezar — añadí —. Hoy no tenemos tiempo para una conmoción cerebral.”
...
Bella corría por la plaza con la mayor velocidad que su fuerza le permitía, se abría paso a codazos y empujones, al ver un espacio vacío entre la multitud se lanzo hacia allí con urgencia sin darse cuenta de que era una fuente, al dar una zancada se golpeo la pierna contra el borde de la fuente, dio otro paso y su equilibrio falló, cayó dentro de la fuente y golpeo con un puño la superficie del agua, se apresuro a ponerse de pie y brinco hacia fuera de la fuente, tenía los ojos llenos de lagrimas y al parecer su pierna no había salido ilesa de su encuentro con los ladrillos, estaba sangrando. Bella ya no podía correr tan rápido como antes, el dolor la detenía, no el dolor físico, el dolor se saber que ahora era inútil, ella sabía perfectamente que un error, por pequeño que fuera tendría severas implicaciones, ella y yo habíamos fallado. A pesar de eso no se quiso rendir, o más bien no quería dejarlo solo, quizá sabia que ya no lo podría salvar, pero al menos compartiría su destino, y volverían a estar juntos.
Y yo aquí, sintiéndome impotente, presa de los rayos del sol, inútil, sin detener lo inminente, eche mi cabeza atrás y fue cuando lo vi: alguien había lavado ropa, y estaba colgada una sabana, me apresure a escalar la casa y tome la sabana, me cubrí con ella, escale el edificio contiguo y subí al tejado, fui brincando de tejado en tejado, tenía que encontrarlos, necesitaba encontrarlos, pensé en Charlie, en Esme, en Carlisle, en Emmett, Rosalie y en Jasper. Jasper, un sollozo recorrió mi garganta, le había prometido a Jasper que regresaría sana y salva, pero ahora no creía que eso fuera posible, era la primer promesa en la que le iba a fallar... y la ultima. Me arme de fuerza y corrí para encontrar a mi hermano, a mi amiga, a mis hermanos, Bella desde siempre había sido una de nosotros, en serio tenía que encontrarlos, corrí por los tejados en dirección a ellos.
En mi mente continuaba la visión, Bella estaba a menos de dos metros de Edward, una niña de cabello oscuro y atuendo rojo lo señalaba, Edward dio un paso para salir de callejón, un rayo de luz solar chocó contra el abdomen de mi hermano y leves destellos como de un diamante comenzaron a emanar de él, murmullos recorrieron la multitud y después un silencio reino en la plaza interrumpido por el rugido de una campanada.
— ¡Edward, no! — Bella grito rompiendo el silencio
Entonces lo vio y también vio que él no se había percatado de su presencia.
Edward permanecía de pie, inmóvil como una estatua, a pocos pasos del callejón. Tenía los ojos cerrados y los brazos relajados a ambos lados del cuerpo, con las palmas hacia arriba. Su expresión estaba llena de paz, como si pensara en cosas agradables. La piel de su pecho brillaba cegadoramente como un arcoíris.
— ¡No! — Gritó — ¡Edward!.
El sonrió levemente sin escucharla y levanto el pie para dar otro paso y quedar completamente bajo los rayos del sol.
Bella choco contra él con tal fuerza que hubiera caído al suelo de no ser porque Edward la abrazo instintivamente.
Los ojos de mi hermano se abrieron lentamente mientras el reloj daba la última campanada.
— Asombroso, Carlisle tenia razón — Edward la abrazo más fuerte y le dio un beso en la coronilla.
— Edward — jadeo Bella con los ojos llenos de lagrimas — Vuelve a la sombra. ¡Tienes que moverte!.
El parecía desconcertado. Le acaricio la mejilla suavemente con la mano. No se daba cuenta que Bella lo quería hacer retroceder. Ella lo miro por un segundo y finalmente se rindió, le rodeo la cintura con sus brazos y hundió su cabeza en el pecho de él con una sonrisa. Sabíamos que todo había acabado.
— "Muerte, que has sorbido la miel de sus labios, no tienes poder sobre su belleza" — beso la mejilla de Bella — Hueles exactamente igual que siempre. Así que quizá esto sea el infierno. Y no me importa. Me parece bien.
— Edward — la voz de Bella se quebró y las lágrimas caían por sus mejillas.
— Bella, perdóname, fui un estúpido al dejarte, yo te empuje a ese acantilado, yo te mate. Nunca me voy a perdonar por ello.
— No estoy muerta — lo interrumpió con una débil sonrisa — ¡Y tampoco tú! Por favor, Edward, tenemos que movernos. ¡No deben estar lejos! Quizá aun no nos hayan visto.
— ¿Que estás diciendo? — interrogo Edward aun sonriente.
— ¡No estamos muertos, al menos no todavía! Pero en cuanto lleguen los Vulturis...
Una chispa de entendimiento apareció en el rostro de Edward y el horror apareció súbitamente en sus ojos.
Paso una milésima de segundo antes de que dos hombres con capas negras como la noche cayeran sobre ellos, separándolos y arrastrándolos de vuelta al callejón. Uno de ellos sujetó a Edward por abajo de los brazos, inmovilizándolo, al hacerle una llave y ponerle la manos en la nuca. El otro guardia apreso a Bella por la cintura y levantándola algunos centímetros en el aire, quien, aterrada como estaba no pudo articular palabra alguna.
— Félix suéltala — rugió Edward — por favor, suéltala, te lo suplico — repuso en cuanto vio que no estaba en condiciones de exigir nada — ella no hizo nada, déjala ir, te lo ruego.
— Lo siento, Edward — respondió el interpelado con una sonrisa maliciosa — ella sabe demasiado y tú — lo apunto con un dedo — violaste nuestra regla más importante.
— Félix, déjala ir, ella no dirá nada — gritaba Edward desesperado — por favor, solo déjala ir.
— Félix tiene razón — repuso el otro guardia — son ordenes directas, tu cometiste un gran error. Los dos deben morir, bueno, ustedes dos y todos los testigos de tu error.
— Pero Bella no hizo nada Demetri, juro que ella nunca va a decir nada — insistía Edward desesperado — mátenme a mí.
— De eso puedes estar seguro — amenazo Demetri en un susurro.
— Yo no quiero vivir en un mundo donde ya no existes tu, entiéndeme Edward — sentencio Bella que hasta ese momento no había dicho nada. Edward la miro por unos segundos y ella asintió solemnemente.
— Petición concedida — Félix rió y Demetri encajo los dientes en la piel del cuello de Edward.
— ¡No! — Bella grito con horror y sollozaba sin lagrimas.
— Silencio — demando Félix y le dio una bofetada que la hizo caer y golpearse la cabeza contra el frio asfalto. El simple golpe fue demasiado para ella. Su corazón latía más despacio.
— ¡Bella! — Edward trataba de zafarse del agarre de Demetri — ¡No Bella!
Entonces llegue al edificio que estaba sobre ellos y mi visión se bloqueo, ya los veía yo misma. Bella se estrelló contra el cuerpo inmóvil de Edward, se miraron por lo que me pareció una eternidad, tome aire: estaban por todas partes, ahogue un grito en cuanto Félix y Demetri cayeron sobre ellos, los llevaron a rastras al callejón. Edward miraba con ojos suplicantes al guardia que sujetaba a Bella, ella ni siquiera se movía.
Demetri dio un vistazo hacia la boca del callejón y al seguir el curso de su mirada mi rostro se lleno de horror, aproximadamente diez guardias estaban masacrando a todos los humanos que habían visto a Edward.
Mi teléfono sonó: era Jasper, no iba a contestarle, no podía hacerlo; mi teléfono volvió a sonar pero esta vez era un simple mensaje
Por favor Alice. Lo prometiste
Me agaché para saltar dentro del oscuro callejón y entonces una mano me tomo por la muñeca, voltee a ver quién era y otra de los nuestros estaba sentada junto a mí en el tejado del lugar.
— No lo hagas — señalo con voz distante — sabes que no vale la pena
Bella pego un grito y supe que todo había empezado. Edward luchaba contra el fiero agarre de Demetri. El corazón de Bella latía cada vez más despacio, se estaba de nuevo de bajar, pero de nuevo la pequeña guardia me detuvo.
— Ya no puedes hacer nada — me dijo apretando los dientes — mi maestro quiere hablar contigo.
Eche otra mirada al callejón: Bella yacía en el piso y Edward la miraba con el sufrimiento plagando su rostro. Bella le dedico una sonrisa débil y le dijo unas palabras.
— Tranquilízate mi amor — Bella dio un suspiro — al menos ahora tu y yo podemos volver a estar juntos. — Lo miró con esperanza — ¿verdad?
— Pero Bella yo...
— Edward, no empieces con eso — el corazón de Bella dio un vuelco — ¿o es que no quieres?
— Claro que quiero — la voz de Edward se quebró — te amo y no hay nada que desee mas en este mundo — le dedico una sonrisa, la alegría no llego completamente a sus ojos — Si es lo que tú también quieres, hallare la forma de que podamos estar juntos.
— Sé que la hallaremos, confió en ti — El corazón de Bella estaba a punto de perder la batalla.
— Hasta entonces Bella mía, mi único amor.
— Hasta pronto Edward, mi amor, mi vida, mi existencia — El corazón de Bella ya no resistió más y en la última silaba cedió.
— ¡No! — Edward soltó el grito mas desgarrador que podría existir — Bella, mi amor — su dolor, se sentía tan profundo que lo podía sentir como propio, el dolor de ni hermano, mi amigo, mi dolor.
Bella estaba en el piso del callejón, tenía una sonrisa en los labios, como si tuviera un lindo sueño, un solloza escapo de mi garganta, haciendo eco del dolor de mi hermano, cuyos restos estaban a punto de ser arrojados al fuego que Félix acababa de encender. Jane me vio por un segundo y les dio una orden con voz firme y una sola palabra:
— Deténganse.
— Sígueme — Jane salto dentro del callejón y baje igualmente.
Me encontré junto al cadáver de Bella, me picaban los ojos y sentía una gran culpa por haber sugerido la idea de que viniéramos a Volterra
— Félix, Demetri, tráiganlos. — recogieron los el cuerpo desmembrado de mi hermano y empezaron a caminar — A los dos, ¡rápido! — chillo Jane. Demetri cargo a Bella que ya estaba completamente pálida.
Los seguí al fondo del callejón, íbamos corriendo. Pasamos por una especie de alcantarilla, después por una recepción y finalmente llegamos frente a unas grandes puertas que conducían a una torre.
— Jane, querida — saludo otro guardia muy parecido a Jane.
— Alec — Jane hizo un gesto con la cabeza y abrió las puertas de par en par. — Maestro, le he traído a Alice Cullen, tal como ordeno.
— Gracias Jane, veo que también a Edward y Bella... lástima que no haya sido en las mismas condiciones. Félix, Demetri, procedan.
Prendieron fuego en mitad del salón de la torre y arrojaron los restos de Edward, me contraje con una mueca de dolor.
— Alice, un placer que aceptaras mi invitación. Oh, disculpa mi descortesía. Mi nombre es Aro. Lo siento es que sentí como si ya te conociera gracias a Edward. — Dirigió una mirada imperceptible a las llamas — Edward y yo teníamos dones parecidos, solo que yo debo de tener contacto físico. — Extendió su mano apergaminada hacia mi — ¿puedo? — asentí y tome su mano.
Cerró los ojos y se concentro por un minuto, cuando los volvió a abrir un brillo refulgió en sus ojos, pero igual un toque de lastima y comprensión.
— Cuanto lo siento — volvió a ver hacia las llamas y después al cuerpo inerte de mi mejor amiga — me imagino cuan diferente hubiese sido esta situación si ella hubiese llegado unos segundos antes.
— Quizá — respondí con amargura.
— El amor verdadero no tiene límites ni de espacio ni de tiempo, el amor es lo que hace que quienes se despiden se vuelvan a encontrar, pase lo que pase y a pesar del tiempo que tenga que transcurrir. Y desafortunadamente el amor es lo que hace que se cometan las estupideces más grandes. — recitó Aro recordándome las últimas palabras que se habían dicho Edward y Bella — Alice, querida quiero decirte que estas en plena libertad de llevarte a tus hermanos.— me sorprendió tal concesión — Demetri, hazme el favor de colocar el cuerpo de Bella con el de Edward — abrí ampliamente los ojos.
— ¿Qué? — saque el aire de golpe.
— Imagino que a ellos les gustaría permanecer juntos — asentí ante la realidad de sus palabras, Demetri siguió con la orden de Aro — y dudo mucho que te dejaran salir de país con un cadáver a cuestas. — Observe como las cenizas de Bella se mezclaban con las de Edward — Supongo que a mi buen amigo Carlisle le gustaría tenerlos de regreso a ambos pero si prefieres dejarlos, es tu decisión.
— Me los llevo — suspire con tristeza. Era lo mínimo que les debía a ellos, a mi familia y a Charlie.
— Lo suponía — volteo a buscar a alguien — Jane, podrías...
— Si maestro — Jane salió y regreso a los pocos minutos con una urna plateada.
Las llamas lentamente se fueron consumiendo, dejando que un aroma dulce impregnara el aire. Mi teléfono volvió a sonar, Jasper.
— Alice — contesto aliviado — ¿estás bien?
— Jazz, falle — le conteste con voz apagada.
...
Las noticias internacionales informaron de un “terrible accidente” ocurrido en Volterra, Italia, durante las festividades conmemorativas al padre Marcos. Lamentablemente los fuegos pirotécnicos se salieron de control, provocando el incendio de la plaza.
La experiencia más horrible después de eso fue el tener que regresar a Forks y decirle a Charlie que Edward y Bella habían fallecido “en un accidente de auto“. Pensé que Charlie nunca me iba a perdonar por haberle quitado a Bella, que era todo lo que el tenia y quería en el mundo. Recuerdo su rostro descompuesto y las lagrimas que bajaban incontrolablemente por sus mejillas. El también lamento la perdida que habíamos sufrido nosotros, sabía que Edward era una pieza importante de la familia.
Mi familia quedo literalmente destrozada. Todos extrañábamos con todo el corazón a Edward, su música, a Bella, sus ocurrencias, lo felices que nos hacían al verlos juntos. Rosalie no podía con la culpa, Esme sollozaba cada vez que sus ojos se encontraban con el piano abandonado, Carlisle nos alentaba a salir adelante, pero verdaderamente el tampoco aguantaba el dolor. Emmett ya no hacia bromas tontas ni soltaba risotadas por toda la casa, Jasper estaba aun más afectado, tenía que cargar con las emociones de todos, y con mi culpa, la suya y la de Rosalie. Los tres nos sentíamos fatales, pues nuestros errores los orillaron a ese final.
Los licántropos nos expulsaron de Forks, no violentamente; pero nos exigieron que no regresáramos nunca, el tratado quedo anulado.
...
MAYO
JUNIO
JULIO
AGOSTO
SEPTIEMBRE
OCTUBRE
NOVIEMBRE
DICIEMBRE
ENERO
FEBRERO
MARZO
ABRIL
MAYO
JUNIO
MAYO
JUNIO
JULIO
AGOSTO
SEPTIEMBRE
OCTUBRE
NOVIEMBRE
DICIEMBRE
ENERO
FEBRERO
MARZO
ABRIL
MAYO
JUNIO
20 de Junio
— Emmett, no me gusta venir a molestar a Carlisle al hospital — repele mientras íbamos a medio pasillo
— No lo estamos molestando — torció el gesto — además él fue quien llamó.
— Pero...
— Bajen la voz — Rosalie susurró — estamos en un hospital
— ¿No pueden dejar de pelear un día? — Jasper estaba exasperado — este día, ¿o no recuerdan que fecha es hoy? — asentí solemnemente, el tenía razón.
— ¿Qué hacemos en el área de maternidad? — Susurre en cuanto me percate del letrero que estaba en la pared — Carlisle está en emergencias.
— Si, pero a emergencias llegó una mujer en labor de parto — Carlisle salió de una puerta que estaba al lado de Esme, cargando a un bebe.
— ¿Pasa algo? — Jasper se tensó — tu mensaje decía que teníamos que venir lo antes posible.
— Si pasa algo, pero no es malo — Carlisle abrazo a Esme — solo pensé que querrían que les informara de inmediato.
Esme dirigió una mirada al bultito que Carlisle sujetaba cuidadosamente, Carlisle le paso al bebe y ella lo miro con ternura por varios minutos, y después apareció en sus ojos un brillo que no tenía desde hace más de un año. Le dirigió una mirada a Carlisle y el simplemente sonrió.
Mis hermanos y yo, movidos por la curiosidad nos acercamos al pequeño humano que nuestra madre abrazaba tan amorosamente, los ojos de Rosalie se abrieron ampliamente y pensé que si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho, de hecho, cualquiera de nosotros se hubiera puesto a llorar de felicidad.
— ¿Carlisle? — Lo mire con una sonrisa — Es...
— Alice, no quiero hacerlos albergar demasiadas esperanzas — entrecerró un poco los ojos — pero... apostaría mi existencia a que es el.
Esme paso su mano por la cabeza del pequeño, alborotando un poco su cabello cobrizo, después el dio un gran bostezo y abrió suavemente sus pequeños ojos verdes, nos observo a todos por un momento con curiosidad, juraría que sonrió y después se acerco un poco más a Esme volviendo a quedarse dormido.
Con la llegada de esta nueva vida nuestra existencia cambio, la oscuridad desapareció... la esperanza volvió a brillar en los ojos de mi familia.
...
— ¿Cual es su nombre? — Rosalie miro a Carlisle, quien rio bajo y se encogió de hombros
— Edward Anthony Cullen — instintivamente volteamos a ver a Carlisle — no tuve nada que ver en ello. — explicó.