Post by isabela on Feb 2, 2010 18:59:39 GMT -5
Cap. I:
De nuevo esa extraña energía me jalaba, me llamaba y hacía que sintiera esa molesta descarga eléctrica. Me acomodé entre las mantas, que juntas, pesaban más que yo, tratando de quitarme ese escalofrío que recorría todo mi cuerpo, impidiéndome dormir en paz. Cada vez que lograba cerrar los ojos, sentía como si algo quisiera salirse de mi cuerpo y luego cayera en un abismo, cosa que me hacía despertar inmediatamente.
La noche se me hizo larga y desperté por completo al escuchar que me llamaban: -¡Angel!- llamaban con desesperación, suspire agotada, me levanté sin animo y bajé las escaleras con cuidado, mientras sentía como las piernas me temblaban.
Mi madre estaba sentada comiendo su desayuno de una forma tan tranquila y serena que dudaba si era ella quien me había llamado con tal afán -¿Me llamaste?- dije con voz ronca y apagada. –Sí, se te hará tarde si no comienzas a prepararte- dijo mientras miraba el periódico y masticaba sus huevos. Suspiré y me encogí –Ya comienzo- prometí y comencé a caminar arrastrando los pies. De verdad estaba cansada, no había dormido lo suficiente como para hacer todo con rapidez, pero de cualquier modo así lo hice.
Sabía que tendría el día para mi sola después de que llegara a casa, de modo que no me preocupé por lo que haría en la escuela, es decir… Nada, además de lo obligatorio.
Fui directo al salón, me senté en mi sitio habitual, mientras escuchaba algo de Linkin Park, pero no tenía la mente puesta, ni en la escuela, ni en las personas que me rodeaban, ni en la música de mi Ipod, un cosquilleo me desconcentraba, un cosquilleo unido a una presión en el pecho y esta a su vez, unida a un vacío en el estomago similar al que se siente cuando la adrenalina corre por el sistema nervioso y cardiaco al lanzarse al vacío o estar en la montaña rusa.
No sabía por qué me sentía así, era ilógico, no había razón para sentirme así. Me acomodé en la silla mientras cambiaba de Linkin Park a Simple Plan.
Vi como llegaban Caroline y Nicole llenando el lugar de risas y gritos ahogados. Suspiré y bajé el volumen de la música para poder escucharlas si querían hablarme.
-¡Angel!- gritaron al tiempo, y me encogí en la silla ante el escándalo que hacían por una tontería como yo. –Hola- continuaron mientras se sentaban una detrás y otra delante de mi.
-Hola, hola- murmuré subiendo el volumen, con la certeza de que podría escucharlas.
Siguieron hablando entre ellas, así que subí el volumen al máximo y puse la cabeza sobre la incomoda mesa, tratando de no estorbarles.
Así pasé los diez minutos antes de que llegara el señor Franco. Apagué el Ipod y me puse en posición para escucharlo… en lo que cabía, porque de algún modo sabía lo que pasaría en la clase, lo que él diría sobre como calcular el área de cosas que seguro nunca necesitaría saber y como resolver ecuaciones tan complicadas que no sabía si algún día las usaría para otra cosa además de la escuela.
Los 120 minutos pasaron lentamente, mi cerebro estaba a punto de explotar si seguía viendo más números blancos y distribuidos de forma desordenada, salí del salón con mi libro de turno en la mano, no sabía cuánto tiempo tendría para leer y cuánto para comer y escuchar a Caroline y Nicole sobre todo lo que sucedió el día anterior en sus “vidas paralelas”, yo solo las escuchaba con atención, si así podía llamarse.
Odiaba todo el ruido de la escuela, no me atrevía a mirar a nadie y menos a los chicos… Ya tenía uno y eso era suficiente para mí, aunque pensar en Oliver me producía cierto dolor, sabía que eso no debería pasar, no podía cambiar la forma en que mi corazón se detenía al recordarlo cuando no estaba a mi lado, ya que con la presencia de Oliver esa horrible energía nunca me molestaba, como en la escuela o a la hora de dormir, de cualquier modo, el tiempo que podía pasar libremente con Oliver era escaso, sus padres eran distintos a mi madre y el resto de las personas que vivían conmigo… A diferencia de mi, Oliver debía dividir su tiempo entre sus familiares, pero yo no… yo sólo debía ser respetuosa, callada y solitaria en casa, así todos estarían felices. Pero podía comprender porque todos necesitaban de la compañía de Oliver, incluso Caroline… Lo que más me intrigaba era su necesidad mutua… Caroline necesitaba a Oliver y Oliver a Caroline, aunque ambos me habían dejado en claro, repetidas veces, que no sentían nada el uno por el otro.
Se me fue la hora del almuerzo pensando en Oliver y la maldita energía que me recorría el cuerpo gastando todas mis fuerzas (que de antemano eran pocas), no quería ir a clase de historia, lo ultimo que quería era volver a ver las letras blancas contrastando con el verde del tablero. Nicole me tomó del brazo con cuidado, como lo hacía siempre para darme ánimos de levantarme e ir a la siguiente clase, de algún modo, no sabía como, cuando Nicole me tocaba y se empeñaba en hacer que me moviera, lo lograba y de alguna forma, recuperaba el aliento…
Sabía que podía confiar en Nicole y en Caroline, pero no quería preocuparlas tontamente con mi fatiga, cosa que sucedió meses después de que mi padre partiera a España y solo nos comunicáramos cada mes, escasamente… Al parecer, según mi madre, se debía al distanciamiento repentino de mi padre, pero esa energía me seguía a todas partes y ya llevaba 4 años fastidiándome la vida.
No le había contado a Caroline, ni a Nicole, me parecía una tontería decirles algo tan poco trascendental como una energía que me agotaba cada segundo del día… Ni siquiera sabía como decirles, ¿acaso entenderían que les dijera “Chicas, no sé, hay una cosa extraña del más allá que me quita la energía y por eso parece que me durmiera cada hora… Ah por cierto, el único antídoto a eso son Nicole y Oliver”? En primer lugar: Caroline podría sentirse excluida y poco especial y en segundo lugar: Podría pasar por loca o podrían decir que tenía un problema psicológico y que iba por la vida buscando atención. De manera que decidía ahorrarme mis cosas y no decir ni una palabra.
Energía
De nuevo esa extraña energía me jalaba, me llamaba y hacía que sintiera esa molesta descarga eléctrica. Me acomodé entre las mantas, que juntas, pesaban más que yo, tratando de quitarme ese escalofrío que recorría todo mi cuerpo, impidiéndome dormir en paz. Cada vez que lograba cerrar los ojos, sentía como si algo quisiera salirse de mi cuerpo y luego cayera en un abismo, cosa que me hacía despertar inmediatamente.
La noche se me hizo larga y desperté por completo al escuchar que me llamaban: -¡Angel!- llamaban con desesperación, suspire agotada, me levanté sin animo y bajé las escaleras con cuidado, mientras sentía como las piernas me temblaban.
Mi madre estaba sentada comiendo su desayuno de una forma tan tranquila y serena que dudaba si era ella quien me había llamado con tal afán -¿Me llamaste?- dije con voz ronca y apagada. –Sí, se te hará tarde si no comienzas a prepararte- dijo mientras miraba el periódico y masticaba sus huevos. Suspiré y me encogí –Ya comienzo- prometí y comencé a caminar arrastrando los pies. De verdad estaba cansada, no había dormido lo suficiente como para hacer todo con rapidez, pero de cualquier modo así lo hice.
Sabía que tendría el día para mi sola después de que llegara a casa, de modo que no me preocupé por lo que haría en la escuela, es decir… Nada, además de lo obligatorio.
Fui directo al salón, me senté en mi sitio habitual, mientras escuchaba algo de Linkin Park, pero no tenía la mente puesta, ni en la escuela, ni en las personas que me rodeaban, ni en la música de mi Ipod, un cosquilleo me desconcentraba, un cosquilleo unido a una presión en el pecho y esta a su vez, unida a un vacío en el estomago similar al que se siente cuando la adrenalina corre por el sistema nervioso y cardiaco al lanzarse al vacío o estar en la montaña rusa.
No sabía por qué me sentía así, era ilógico, no había razón para sentirme así. Me acomodé en la silla mientras cambiaba de Linkin Park a Simple Plan.
Vi como llegaban Caroline y Nicole llenando el lugar de risas y gritos ahogados. Suspiré y bajé el volumen de la música para poder escucharlas si querían hablarme.
-¡Angel!- gritaron al tiempo, y me encogí en la silla ante el escándalo que hacían por una tontería como yo. –Hola- continuaron mientras se sentaban una detrás y otra delante de mi.
-Hola, hola- murmuré subiendo el volumen, con la certeza de que podría escucharlas.
Siguieron hablando entre ellas, así que subí el volumen al máximo y puse la cabeza sobre la incomoda mesa, tratando de no estorbarles.
Así pasé los diez minutos antes de que llegara el señor Franco. Apagué el Ipod y me puse en posición para escucharlo… en lo que cabía, porque de algún modo sabía lo que pasaría en la clase, lo que él diría sobre como calcular el área de cosas que seguro nunca necesitaría saber y como resolver ecuaciones tan complicadas que no sabía si algún día las usaría para otra cosa además de la escuela.
Los 120 minutos pasaron lentamente, mi cerebro estaba a punto de explotar si seguía viendo más números blancos y distribuidos de forma desordenada, salí del salón con mi libro de turno en la mano, no sabía cuánto tiempo tendría para leer y cuánto para comer y escuchar a Caroline y Nicole sobre todo lo que sucedió el día anterior en sus “vidas paralelas”, yo solo las escuchaba con atención, si así podía llamarse.
Odiaba todo el ruido de la escuela, no me atrevía a mirar a nadie y menos a los chicos… Ya tenía uno y eso era suficiente para mí, aunque pensar en Oliver me producía cierto dolor, sabía que eso no debería pasar, no podía cambiar la forma en que mi corazón se detenía al recordarlo cuando no estaba a mi lado, ya que con la presencia de Oliver esa horrible energía nunca me molestaba, como en la escuela o a la hora de dormir, de cualquier modo, el tiempo que podía pasar libremente con Oliver era escaso, sus padres eran distintos a mi madre y el resto de las personas que vivían conmigo… A diferencia de mi, Oliver debía dividir su tiempo entre sus familiares, pero yo no… yo sólo debía ser respetuosa, callada y solitaria en casa, así todos estarían felices. Pero podía comprender porque todos necesitaban de la compañía de Oliver, incluso Caroline… Lo que más me intrigaba era su necesidad mutua… Caroline necesitaba a Oliver y Oliver a Caroline, aunque ambos me habían dejado en claro, repetidas veces, que no sentían nada el uno por el otro.
Se me fue la hora del almuerzo pensando en Oliver y la maldita energía que me recorría el cuerpo gastando todas mis fuerzas (que de antemano eran pocas), no quería ir a clase de historia, lo ultimo que quería era volver a ver las letras blancas contrastando con el verde del tablero. Nicole me tomó del brazo con cuidado, como lo hacía siempre para darme ánimos de levantarme e ir a la siguiente clase, de algún modo, no sabía como, cuando Nicole me tocaba y se empeñaba en hacer que me moviera, lo lograba y de alguna forma, recuperaba el aliento…
Sabía que podía confiar en Nicole y en Caroline, pero no quería preocuparlas tontamente con mi fatiga, cosa que sucedió meses después de que mi padre partiera a España y solo nos comunicáramos cada mes, escasamente… Al parecer, según mi madre, se debía al distanciamiento repentino de mi padre, pero esa energía me seguía a todas partes y ya llevaba 4 años fastidiándome la vida.
No le había contado a Caroline, ni a Nicole, me parecía una tontería decirles algo tan poco trascendental como una energía que me agotaba cada segundo del día… Ni siquiera sabía como decirles, ¿acaso entenderían que les dijera “Chicas, no sé, hay una cosa extraña del más allá que me quita la energía y por eso parece que me durmiera cada hora… Ah por cierto, el único antídoto a eso son Nicole y Oliver”? En primer lugar: Caroline podría sentirse excluida y poco especial y en segundo lugar: Podría pasar por loca o podrían decir que tenía un problema psicológico y que iba por la vida buscando atención. De manera que decidía ahorrarme mis cosas y no decir ni una palabra.