Post by isabela on Feb 15, 2010 17:05:57 GMT -5
Cáp. V.
-Angel, no puedo hacerlo- se quejaba Danny, mientras yo, sentada a su lado con el libro de matemática frente a mí, veía como mi hermanito se quebraba al ser incapaz de resolver unas sencillas ecuaciones. –Sabes que si Danny, eres mi hombre, tu puedes- le dije tratando de darle ánimos, pero sabía que no era suficiente. –Hola- dijo él, suspiré y traté de ignorarlo –Es fácil- continuó, refiriéndose al trabajo de mi hermanito. Sentí como guiaba mi mano, mostrando la solución correcta del problema matemático. Negué con la cabeza, Danny me miraba confundido, seguro se preguntaba el por qué de mi comportamiento, le sonreí y solté el lápiz, mientras sentía como él lo soltaba con cuidado, tratando de no evidenciar su presencia frente a mi hermanito.
-Vaya- exclamó Dan sorprendido. Yo la verdad no sabía que decirle. –Debes hacer una regla de tres, dividir, multiplicar, no es difícil- dijo dándome la clave para solucionarlo en mi cabeza, basándome en los números y las cosas que había escrito.
Danny estaba maravillado y cuando se fue a jugar con sus amigos, entendí por qué él había decidido ayudarnos después de media hora.
-Al fin- exclamó, y de repente se hizo visible, pero no parecía humano, no sabía si era real, comenzaban mis dudad nuevamente, parecía más un ángel que una persona. –No veo la luz- dije refiriéndome a su… Aura, creo que así la llamaba él –Ya te lo dije, no eres tan sensible a…- Lo interrumpí de repente –Lo se, lo se, no soy sensible a lo paranormal- cité sus palabras con aburrimiento. –Lo sé- dije entre suspiros. Él sólo se burlaba de mi expresión. Me senté sobre mi cama ignorándolo, ignorando su presencia.
-¿pasa algo?- preguntó casi murmurando. –No te atrevas a decir que nada, porque se que no es así.- Ya me molestaba no saber nada, y que él lo supiera todo, incluso lo que yo más ignoraba.
-Quiero saber quién eres, quiero saber que es esto, quiero saber todo- dije con gesto ausente. Él me miraba algo desconcertado –Bueno, no se hasta que punto eso sea posible- dijo sin dejar de mirarme. Puse los ojos en blanco –Sabes a lo que me refiero- dije elevando mi tono de voz.
-Verás, la historia no puedo contártela yo, debe hacerlo tu protector, tu guardián, respecto a mi, bueno, eso es otra historia, que no se si quieras oírla, ya que no es nada del otro mundo- admitió dejándome más confundida que antes. -¿A que te refieres con eso de mi guardián, o mi protector?- dije girándome para mirarlo. El apretó los labios y se negó a responderme –Ok, entonces ¿Quién eres?- dije sin dejar de mirarlo, él se acomodó frente a mí y comenzó con su historia: -Tengo diecinueve años, soy o solía ser un chico normal, ya sabes, tenía mis amigos, me gustaban esas bandas con las que me identificaba, soñaba con ser una estrella de rock, estilo Pierre o no se Chester Benington, pero todo cambió, comencé a enloquecer, según el psiquiatra, pero de algún modo, mi conciencia me decía que era normal, solo que tenía algo especial- su rostro translucido dejaba ver una chispa de rabia y tristeza. De pronto pude ver su aura, gris, con una pequeña luz azul, sabía que debía preguntarle sobre esos colores, pero no era el momento. –Y efectivamente, no estaba loco, mis padres me enviaron a Ohio, allí había un internado, no era para personas con problemas psiquiátricos, pero mis padres quisieron librarse de mí, porque me veían como una futura amenaza, mi hermano menor, no entendía lo que pasaba, él no deseaba que me fuera, él me quería cerca, de algún modo entendía lo que me pasaba... Pero aún me desvivo pensando en por qué el sabía como me sentía, era como si… pudiera sentir lo mismo que yo- suspiró y me lanzó una mirada. –Logré salir del internado sin mucho esfuerzo, uno que otro deseo incontrolable, pensamientos confusos que no eran míos y algo más de bla, bla, bla… lo arreglaron todo, bueno, en parte, se que podrías creer que soy un espíritu, pero no es así… Angel, te he soñado desde hace un año, te he buscado, he tratado de encontrarte, y cuando pensé que eras un ilusión, algo creado por mi mente, te vi, estabas ahí, era increíble saber que eras como yo.. Una persona normal, al menos en lo que cabe- Si él era normal, ¿Cómo es que estaba en mis sueños y ahí con esa apariencia tan etérea y espiritual? –Sí, bueno, eso, yo soy como tu, todos creen que soy normal, pero tengo esa habilidad sobre las mentes, es algo molesto, pero me funcionó contigo- Se detuvo y me miró esperando una respuesta a todo lo que había dicho.
En mi mente no cabía toda esa información, no la creía, simplemente era imposible, no sabía por qué me apresuraba a saber sobré él, si apenas lo había “conocido” hace casi una semana, me sentía como una tonta al hacer que él recordara su pasado, en donde sus padres lo tomaban como una carga, como un estorbo, sentía como el corazón de me encogía de vergüenza y mi pulso se hacía más lento.
-Falta algo- me forcé a decir, para destruir ese preciado silencio que nos rodeaba –No me has dicho tu nombre- dije sintiéndome como una estúpida, era lo más irrelevante, él tenía una historia triste, complicada y yo lo forzaba a hablar de más. Asintió lentamente con la cabeza –Ian, mi nombre es Ian- asimilé cada letra en mi mente, pensé y calculé cada palabra, tratando de sonar menos sorprendida y perpleja: -Así que si eres normal ¿por qué no estás aquí?- dije con un tono más neutral. –Eso es algo más complicado- dijo y en ese momento sonó el timbre, sabía que era Danny, una energía fluida y pacifica me recorrió el cuerpo. –Espera ¿por qué no siento eso de siempre? Es…- me di vuelta para buscar a Ian con la mirada, pero no estaba, se había ido, antes de ser descubierto por mi hermano, aunque sabía que eso no era posible, él no se dejaría ver, planearía algo para que Danny no lo viera. Suspiré y bajé las escaleras, abrí la puerta, y efectivamente era mi hermano, rodeado por un aura amarilla, brillante, me abrazó y sentí como un magnetismo me unió a él, la alegría y la energía que tenía recorrían mi cuerpo. Sonreí y me dediqué a las cosas que dejé de hacer con Dan, cuatro años atrás, jugamos videojuegos, futbol, incluso a las escondidas y cosas que se suponía yo no debía jugar a mi edad. Ian aparecía frecuentemente riéndose de mi actitud, pero yo sabía que no le molestaba y que no lo hacía por hacerme sentir mal, todo lo contrario, de algún modo, su rostro me mostraba su deseo de estar allí, como un chico normal, con una familia.
Sabía que podíamos aprender a controlar esa cosa, esa energía que nos hacía similares, que hacía que sintiera ese magnetismo, mi mente se empeñaba en prestarle la debida atención a Dan y también en Ian, en la manera tan abierta con la que me contó sobre él, sobre sus experiencias, sobre su familia y sus problemas.
Algo me intimidaba en él y hacía que quisiera conocerlo más.
Intriga.
-Angel, no puedo hacerlo- se quejaba Danny, mientras yo, sentada a su lado con el libro de matemática frente a mí, veía como mi hermanito se quebraba al ser incapaz de resolver unas sencillas ecuaciones. –Sabes que si Danny, eres mi hombre, tu puedes- le dije tratando de darle ánimos, pero sabía que no era suficiente. –Hola- dijo él, suspiré y traté de ignorarlo –Es fácil- continuó, refiriéndose al trabajo de mi hermanito. Sentí como guiaba mi mano, mostrando la solución correcta del problema matemático. Negué con la cabeza, Danny me miraba confundido, seguro se preguntaba el por qué de mi comportamiento, le sonreí y solté el lápiz, mientras sentía como él lo soltaba con cuidado, tratando de no evidenciar su presencia frente a mi hermanito.
-Vaya- exclamó Dan sorprendido. Yo la verdad no sabía que decirle. –Debes hacer una regla de tres, dividir, multiplicar, no es difícil- dijo dándome la clave para solucionarlo en mi cabeza, basándome en los números y las cosas que había escrito.
Danny estaba maravillado y cuando se fue a jugar con sus amigos, entendí por qué él había decidido ayudarnos después de media hora.
-Al fin- exclamó, y de repente se hizo visible, pero no parecía humano, no sabía si era real, comenzaban mis dudad nuevamente, parecía más un ángel que una persona. –No veo la luz- dije refiriéndome a su… Aura, creo que así la llamaba él –Ya te lo dije, no eres tan sensible a…- Lo interrumpí de repente –Lo se, lo se, no soy sensible a lo paranormal- cité sus palabras con aburrimiento. –Lo sé- dije entre suspiros. Él sólo se burlaba de mi expresión. Me senté sobre mi cama ignorándolo, ignorando su presencia.
-¿pasa algo?- preguntó casi murmurando. –No te atrevas a decir que nada, porque se que no es así.- Ya me molestaba no saber nada, y que él lo supiera todo, incluso lo que yo más ignoraba.
-Quiero saber quién eres, quiero saber que es esto, quiero saber todo- dije con gesto ausente. Él me miraba algo desconcertado –Bueno, no se hasta que punto eso sea posible- dijo sin dejar de mirarme. Puse los ojos en blanco –Sabes a lo que me refiero- dije elevando mi tono de voz.
-Verás, la historia no puedo contártela yo, debe hacerlo tu protector, tu guardián, respecto a mi, bueno, eso es otra historia, que no se si quieras oírla, ya que no es nada del otro mundo- admitió dejándome más confundida que antes. -¿A que te refieres con eso de mi guardián, o mi protector?- dije girándome para mirarlo. El apretó los labios y se negó a responderme –Ok, entonces ¿Quién eres?- dije sin dejar de mirarlo, él se acomodó frente a mí y comenzó con su historia: -Tengo diecinueve años, soy o solía ser un chico normal, ya sabes, tenía mis amigos, me gustaban esas bandas con las que me identificaba, soñaba con ser una estrella de rock, estilo Pierre o no se Chester Benington, pero todo cambió, comencé a enloquecer, según el psiquiatra, pero de algún modo, mi conciencia me decía que era normal, solo que tenía algo especial- su rostro translucido dejaba ver una chispa de rabia y tristeza. De pronto pude ver su aura, gris, con una pequeña luz azul, sabía que debía preguntarle sobre esos colores, pero no era el momento. –Y efectivamente, no estaba loco, mis padres me enviaron a Ohio, allí había un internado, no era para personas con problemas psiquiátricos, pero mis padres quisieron librarse de mí, porque me veían como una futura amenaza, mi hermano menor, no entendía lo que pasaba, él no deseaba que me fuera, él me quería cerca, de algún modo entendía lo que me pasaba... Pero aún me desvivo pensando en por qué el sabía como me sentía, era como si… pudiera sentir lo mismo que yo- suspiró y me lanzó una mirada. –Logré salir del internado sin mucho esfuerzo, uno que otro deseo incontrolable, pensamientos confusos que no eran míos y algo más de bla, bla, bla… lo arreglaron todo, bueno, en parte, se que podrías creer que soy un espíritu, pero no es así… Angel, te he soñado desde hace un año, te he buscado, he tratado de encontrarte, y cuando pensé que eras un ilusión, algo creado por mi mente, te vi, estabas ahí, era increíble saber que eras como yo.. Una persona normal, al menos en lo que cabe- Si él era normal, ¿Cómo es que estaba en mis sueños y ahí con esa apariencia tan etérea y espiritual? –Sí, bueno, eso, yo soy como tu, todos creen que soy normal, pero tengo esa habilidad sobre las mentes, es algo molesto, pero me funcionó contigo- Se detuvo y me miró esperando una respuesta a todo lo que había dicho.
En mi mente no cabía toda esa información, no la creía, simplemente era imposible, no sabía por qué me apresuraba a saber sobré él, si apenas lo había “conocido” hace casi una semana, me sentía como una tonta al hacer que él recordara su pasado, en donde sus padres lo tomaban como una carga, como un estorbo, sentía como el corazón de me encogía de vergüenza y mi pulso se hacía más lento.
-Falta algo- me forcé a decir, para destruir ese preciado silencio que nos rodeaba –No me has dicho tu nombre- dije sintiéndome como una estúpida, era lo más irrelevante, él tenía una historia triste, complicada y yo lo forzaba a hablar de más. Asintió lentamente con la cabeza –Ian, mi nombre es Ian- asimilé cada letra en mi mente, pensé y calculé cada palabra, tratando de sonar menos sorprendida y perpleja: -Así que si eres normal ¿por qué no estás aquí?- dije con un tono más neutral. –Eso es algo más complicado- dijo y en ese momento sonó el timbre, sabía que era Danny, una energía fluida y pacifica me recorrió el cuerpo. –Espera ¿por qué no siento eso de siempre? Es…- me di vuelta para buscar a Ian con la mirada, pero no estaba, se había ido, antes de ser descubierto por mi hermano, aunque sabía que eso no era posible, él no se dejaría ver, planearía algo para que Danny no lo viera. Suspiré y bajé las escaleras, abrí la puerta, y efectivamente era mi hermano, rodeado por un aura amarilla, brillante, me abrazó y sentí como un magnetismo me unió a él, la alegría y la energía que tenía recorrían mi cuerpo. Sonreí y me dediqué a las cosas que dejé de hacer con Dan, cuatro años atrás, jugamos videojuegos, futbol, incluso a las escondidas y cosas que se suponía yo no debía jugar a mi edad. Ian aparecía frecuentemente riéndose de mi actitud, pero yo sabía que no le molestaba y que no lo hacía por hacerme sentir mal, todo lo contrario, de algún modo, su rostro me mostraba su deseo de estar allí, como un chico normal, con una familia.
Sabía que podíamos aprender a controlar esa cosa, esa energía que nos hacía similares, que hacía que sintiera ese magnetismo, mi mente se empeñaba en prestarle la debida atención a Dan y también en Ian, en la manera tan abierta con la que me contó sobre él, sobre sus experiencias, sobre su familia y sus problemas.
Algo me intimidaba en él y hacía que quisiera conocerlo más.