Post by isabela on Feb 20, 2010 14:32:11 GMT -5
Cáp. VI.
Después de los días calurosos, brillantes y claros, estaba harta del bochorno, de todo el calor, de la luz… No era común en mí, pero no me gustaban los excesos, agradecía cuando en la escuela, ví el cielo oscuro, hacía frío y había una posibilidad de que lloviera.
Entré al salón, ensimismada con mi música, Evanescence llenaba toda mi cabeza, tratando de ocultar el cansancio y el recuerdo de las recientes discusiones con mi madre.
Me senté en mi sitio de siempre, saqué el libro que debía terminar para la hora de lengua y traté de concentrarme en la lectura.
Luego de cinco minutos en vano, me acomodé en la silla, viendo el fondo verde del tablero y ocasionalmente el suelo o el techo.
Todos estaban en su sitio, o de pie, contándose sus historias en donde yo no debía entrometerme, la señora Torrence se sentó mientras nos explicaba el tema de la clase de biología, pero fue interrumpida por el chico desconocido que tocó la puerta, aparentemente con timidez.
Estaba rodeado por la misma luz que Ian, pero con un color distinto, un extraño violeta, poco común, siempre veía el gris, amarillo o azul, pero no era una experta en el tema, solo había visto el aura de Ian y de Dan, no podía decir que era usual y que no.
La maestra abrió la puerta ocultando su enojo, que era ya perceptible si se detallaba un poco sus arrugas más marcadas en la frente.
-Buenos días- murmuró él. Bajé la cabeza negándome a curiosear más. Después de ver el aura de Dan, me sentía más atraída por el tema, pero no quería entusiasmarme. Nicole me golpeó la espalda con desespero. Mientras Caroline la ignoraba.
Suspiré y me di vuelta para verla, aprovechando el desorden que el muchacho armaba inconcientemente. -¿qué?- susurré mirándola harta de su golpecito. –Mira, mira- dijo señalando al muchazo. –Es sexy- dijo con un tono alegre.
Suspiré y busqué al chico con la mirada. De espalda se vía bastante común, pero todo cambiaba cuando podías verle la cara.
Abrí los ojos desmesuradamente, cabello miel, piel blanca, altura promedio, ojos color oro. Lucía muy familiar, demasiado para ser precisa. –Lo sé, es demasiado- agregó Nicole. Me quedé mirándolo hasta que sus ojos se cruzaron con los míos y me saludó, haciendo un gesto con la mano. Un gesto muy vago, muy distinto a lo que esperaba de alguien como él.
-¿Lo conoces?- preguntó Caroline. Negué con la cabeza, pero sabía que no era convincente.
–Oh, si lo conoces- susurró Nicole. Volví a negar con la cabeza.
Y justo cuando la maestra se disponía a recomenzar con la clase, alguien me sorprendió al tocar la puerta. Caroline, Nicole y yo nos quedamos con la boca abierta.
Oliver no se quedaba en la escuela, él estudiaba en el sur, no tenía por qué estar aquí, no ahora. Recorrió el salón con la mirada, sonrió al vernos y no sé que lo dejó tan sorprendido.
Traté de sonreír, mientras Oliver se sentaba al lado de Caroline.
Suspiré y me encogí en la silla.
-Creo que deberían ir en el capitulo diez- comenzó la señora Torrence, efectivamente y el resto de la clase fue… relativamente para terminar tres capítulos del libro como mínimo, pero todos querían descansar, incluyéndome.
Me puse los audífonos de mi Ipod y subí todo el volumen, mientras leía como… Bianca se enamoraba de forma ilógica de Lucas, en ese libro llamada “Medianoche”.
Y justo cuando la maestra se disponía a recomenzar con la clase, alguien me sorprendió al tocar la puerta. Caroline, Nicole y yo nos quedamos con la boca abierta.
Oliver no se quedaba en la escuela, él estudiaba en el sur, no tenía por qué estar aquí, no ahora. Recorrió el salón con la mirada, sonrió al vernos y no sé que lo dejó tan sorprendido.
Traté de sonreír, mientras Oliver se sentaba al lado de Caroline.
Suspiré y me encogí en la silla.
-Creo que deberían ir en el capitulo diez- comenzó la señora Torrence, efectivamente y el resto de la clase fue… relativamente para terminar tres capítulos del libro como mínimo, pero todos querían descansar, incluyéndome.
Me puse los audífonos de mi Ipod y subí todo el volumen, mientras leía como… Bianca se enamoraba de forma ilógica de Lucas, en ese libro llamada “Medianoche”.
-No me saludaste- susurró una voz demasiado familiar, pero poco común. –Hola cielo- dije girándome sobre los talones, para ver a Oliver de frente. Sonreía alegremente ante mi seriedad.
No pasó todo el almuerzo con nosotras, algo que por alguna razón agradecí.
Entre el tumulto de gente, podía ver la luz violeta, e violeta que reconocía desde la primera clase.
Suspiré y terminé con mi jugo de naranja.
-Lo conoces- comenzó Nicole –Lo conoces y lo más triste es que Oliver te tendrá vigilada. Puse los ojos en blanco y la ignoré.
–Pero eso es algo bueno ¿no?- continuó Caroline. Me levanté de la mesa
–Sólo dejen el tema- rogué impaciente. Y antes de poder caminar, debíamos volver a clase
Historia, historia, aburrida historia. Repetía mentalmente, mientras leía el libro viejo y gastado, concentrándome en el trabajo y no en los dos chicos nuevos.
-Linda, debemos hablar- comenzó Oliver. Suspiré y asentí con la cabeza, tratando de adelantar el momento, sin ánimo de armar un escenita de esas que suelen hacer las niñas codependientes cuando las botan. –Angel, preciosa, llevamos casi un año juntos y aunque…- lo miré sorprendida por el cambio de la conversación –No se por qué siento nos conocemos de toda la vida… solo nos conocemos hace unos… diez meses… Angel, eres mi todo, cielo- me encogí en la silla, tratando de cambiar mi expresión preocupada –solo tengo 17, pero, Angel, quiero estar contigo- La frase se cortó cuando golpearon a Oliver con una bola de papel y yo me levanté fingiendo estar demasiado ocupada.
El chico nuevo y Oliver se llevaban bien, se agradaban a sobremanera, parecían familiares, incluso físicamente, suspiré y los miré detenidamente mientras me acercaba a Oliver.
-¿Qué querías decir?- decidí terminar con el momento antes que alargarlo.
-Cielo, quiero casarme contigo- digno de un desesperado, adoraba a Oliver, pero yo no podía. Sentí como la energía en los pies, no podía caminar.
–Oliver, debo confesarte que juraba que romperías conmigo- lo miré enarcando una ceja, molesta por su burla –Y ¡si! Te quiero, pero no quiero algo tan serio- dije y me di vuelta- él seguía riendo detrás de mí, negué con la cabeza y me decidí a terminar con el trabajo de historia.
De vuelta a casa, Ian ya me estaba esperando en la puerta, levanté las cejas sorprendida por su presencia -¿Cómo lo hiciste?- dije sin aliento.
-Tu sabes- dijo señalándose las sienes.
-Como sea chico mental- le dije abriendo la puerta.
-¿Estas molesta?- la pregunta se quedó en mi mente durante unos minutos.
-No- dije con calma –Oye ¿de donde conoces a Oliver?- lancé mi bolso al sofá y me servía agua.
-No me lo creerás- levanté una ceja y lo interrumpí.
-¿Cómo es que estas en una clase con chicos de 17 si tienes 19?- dije sonando más como una madre que como una amiga o lo que fuera.
-Ya te lo dije…- señaló de nuevo las sienes, puse los ojos en blanco.
-¿Y Oliver?- lo mire con incredulidad.
-Ah si… no me lo creerás- se echó a reír, con tanta felicidad que me parecía extraño –Bueno Oli es mi hermano menor- y sus palabras eran ciertas: no lo iba a creer.
-¿Qué?- dije entre dientes
-Sí, tampoco lo supimos hasta que pude leer su mente y el sentir mis sentimientos- dijo como si fuera algo diario, que todos podíamos hacer.
-No puede ser cierto, dime que esto no es como un cuento de hadas, lo que creo imposible, tú lo tomas como si fuera algo de todos los días.
-¿En que no crees?- dijo él sentado en el sofá de la forma más confiada.
-¿Yo que se? Vampiros, fantasmas, el cielo, el purgatorio- dije sin emoción.
-Bueno, los vampiros no… fantasmas sí. El cielo, te lo aseguraré con mi último aliento-prometió.
-¿Cómo lo harás? Si vas al “cielo” estarás muerto- esas palabras hicieron que mi corazón se encogiera.
-Te lo prometo, cuando muera te diré si existe el cielo o no- prometió nuevamente.
-Deja de decir tonterías-
-No he sido tan malo, si voy al cielo, te lo diré Angel, en serio, te diré en donde estaré, ya se el Cielo o el infierno- prometió.
-Esto va contra mis creencias- dije negando con la cabeza.
-Lo sé, pero no me importa, tendrás que vivirlo linda- admitió con suficiencia.
Creencias.
Después de los días calurosos, brillantes y claros, estaba harta del bochorno, de todo el calor, de la luz… No era común en mí, pero no me gustaban los excesos, agradecía cuando en la escuela, ví el cielo oscuro, hacía frío y había una posibilidad de que lloviera.
Entré al salón, ensimismada con mi música, Evanescence llenaba toda mi cabeza, tratando de ocultar el cansancio y el recuerdo de las recientes discusiones con mi madre.
Me senté en mi sitio de siempre, saqué el libro que debía terminar para la hora de lengua y traté de concentrarme en la lectura.
Luego de cinco minutos en vano, me acomodé en la silla, viendo el fondo verde del tablero y ocasionalmente el suelo o el techo.
Todos estaban en su sitio, o de pie, contándose sus historias en donde yo no debía entrometerme, la señora Torrence se sentó mientras nos explicaba el tema de la clase de biología, pero fue interrumpida por el chico desconocido que tocó la puerta, aparentemente con timidez.
Estaba rodeado por la misma luz que Ian, pero con un color distinto, un extraño violeta, poco común, siempre veía el gris, amarillo o azul, pero no era una experta en el tema, solo había visto el aura de Ian y de Dan, no podía decir que era usual y que no.
La maestra abrió la puerta ocultando su enojo, que era ya perceptible si se detallaba un poco sus arrugas más marcadas en la frente.
-Buenos días- murmuró él. Bajé la cabeza negándome a curiosear más. Después de ver el aura de Dan, me sentía más atraída por el tema, pero no quería entusiasmarme. Nicole me golpeó la espalda con desespero. Mientras Caroline la ignoraba.
Suspiré y me di vuelta para verla, aprovechando el desorden que el muchacho armaba inconcientemente. -¿qué?- susurré mirándola harta de su golpecito. –Mira, mira- dijo señalando al muchazo. –Es sexy- dijo con un tono alegre.
Suspiré y busqué al chico con la mirada. De espalda se vía bastante común, pero todo cambiaba cuando podías verle la cara.
Abrí los ojos desmesuradamente, cabello miel, piel blanca, altura promedio, ojos color oro. Lucía muy familiar, demasiado para ser precisa. –Lo sé, es demasiado- agregó Nicole. Me quedé mirándolo hasta que sus ojos se cruzaron con los míos y me saludó, haciendo un gesto con la mano. Un gesto muy vago, muy distinto a lo que esperaba de alguien como él.
-¿Lo conoces?- preguntó Caroline. Negué con la cabeza, pero sabía que no era convincente.
–Oh, si lo conoces- susurró Nicole. Volví a negar con la cabeza.
Y justo cuando la maestra se disponía a recomenzar con la clase, alguien me sorprendió al tocar la puerta. Caroline, Nicole y yo nos quedamos con la boca abierta.
Oliver no se quedaba en la escuela, él estudiaba en el sur, no tenía por qué estar aquí, no ahora. Recorrió el salón con la mirada, sonrió al vernos y no sé que lo dejó tan sorprendido.
Traté de sonreír, mientras Oliver se sentaba al lado de Caroline.
Suspiré y me encogí en la silla.
-Creo que deberían ir en el capitulo diez- comenzó la señora Torrence, efectivamente y el resto de la clase fue… relativamente para terminar tres capítulos del libro como mínimo, pero todos querían descansar, incluyéndome.
Me puse los audífonos de mi Ipod y subí todo el volumen, mientras leía como… Bianca se enamoraba de forma ilógica de Lucas, en ese libro llamada “Medianoche”.
Y justo cuando la maestra se disponía a recomenzar con la clase, alguien me sorprendió al tocar la puerta. Caroline, Nicole y yo nos quedamos con la boca abierta.
Oliver no se quedaba en la escuela, él estudiaba en el sur, no tenía por qué estar aquí, no ahora. Recorrió el salón con la mirada, sonrió al vernos y no sé que lo dejó tan sorprendido.
Traté de sonreír, mientras Oliver se sentaba al lado de Caroline.
Suspiré y me encogí en la silla.
-Creo que deberían ir en el capitulo diez- comenzó la señora Torrence, efectivamente y el resto de la clase fue… relativamente para terminar tres capítulos del libro como mínimo, pero todos querían descansar, incluyéndome.
Me puse los audífonos de mi Ipod y subí todo el volumen, mientras leía como… Bianca se enamoraba de forma ilógica de Lucas, en ese libro llamada “Medianoche”.
-No me saludaste- susurró una voz demasiado familiar, pero poco común. –Hola cielo- dije girándome sobre los talones, para ver a Oliver de frente. Sonreía alegremente ante mi seriedad.
No pasó todo el almuerzo con nosotras, algo que por alguna razón agradecí.
Entre el tumulto de gente, podía ver la luz violeta, e violeta que reconocía desde la primera clase.
Suspiré y terminé con mi jugo de naranja.
-Lo conoces- comenzó Nicole –Lo conoces y lo más triste es que Oliver te tendrá vigilada. Puse los ojos en blanco y la ignoré.
–Pero eso es algo bueno ¿no?- continuó Caroline. Me levanté de la mesa
–Sólo dejen el tema- rogué impaciente. Y antes de poder caminar, debíamos volver a clase
Historia, historia, aburrida historia. Repetía mentalmente, mientras leía el libro viejo y gastado, concentrándome en el trabajo y no en los dos chicos nuevos.
-Linda, debemos hablar- comenzó Oliver. Suspiré y asentí con la cabeza, tratando de adelantar el momento, sin ánimo de armar un escenita de esas que suelen hacer las niñas codependientes cuando las botan. –Angel, preciosa, llevamos casi un año juntos y aunque…- lo miré sorprendida por el cambio de la conversación –No se por qué siento nos conocemos de toda la vida… solo nos conocemos hace unos… diez meses… Angel, eres mi todo, cielo- me encogí en la silla, tratando de cambiar mi expresión preocupada –solo tengo 17, pero, Angel, quiero estar contigo- La frase se cortó cuando golpearon a Oliver con una bola de papel y yo me levanté fingiendo estar demasiado ocupada.
El chico nuevo y Oliver se llevaban bien, se agradaban a sobremanera, parecían familiares, incluso físicamente, suspiré y los miré detenidamente mientras me acercaba a Oliver.
-¿Qué querías decir?- decidí terminar con el momento antes que alargarlo.
-Cielo, quiero casarme contigo- digno de un desesperado, adoraba a Oliver, pero yo no podía. Sentí como la energía en los pies, no podía caminar.
–Oliver, debo confesarte que juraba que romperías conmigo- lo miré enarcando una ceja, molesta por su burla –Y ¡si! Te quiero, pero no quiero algo tan serio- dije y me di vuelta- él seguía riendo detrás de mí, negué con la cabeza y me decidí a terminar con el trabajo de historia.
De vuelta a casa, Ian ya me estaba esperando en la puerta, levanté las cejas sorprendida por su presencia -¿Cómo lo hiciste?- dije sin aliento.
-Tu sabes- dijo señalándose las sienes.
-Como sea chico mental- le dije abriendo la puerta.
-¿Estas molesta?- la pregunta se quedó en mi mente durante unos minutos.
-No- dije con calma –Oye ¿de donde conoces a Oliver?- lancé mi bolso al sofá y me servía agua.
-No me lo creerás- levanté una ceja y lo interrumpí.
-¿Cómo es que estas en una clase con chicos de 17 si tienes 19?- dije sonando más como una madre que como una amiga o lo que fuera.
-Ya te lo dije…- señaló de nuevo las sienes, puse los ojos en blanco.
-¿Y Oliver?- lo mire con incredulidad.
-Ah si… no me lo creerás- se echó a reír, con tanta felicidad que me parecía extraño –Bueno Oli es mi hermano menor- y sus palabras eran ciertas: no lo iba a creer.
-¿Qué?- dije entre dientes
-Sí, tampoco lo supimos hasta que pude leer su mente y el sentir mis sentimientos- dijo como si fuera algo diario, que todos podíamos hacer.
-No puede ser cierto, dime que esto no es como un cuento de hadas, lo que creo imposible, tú lo tomas como si fuera algo de todos los días.
-¿En que no crees?- dijo él sentado en el sofá de la forma más confiada.
-¿Yo que se? Vampiros, fantasmas, el cielo, el purgatorio- dije sin emoción.
-Bueno, los vampiros no… fantasmas sí. El cielo, te lo aseguraré con mi último aliento-prometió.
-¿Cómo lo harás? Si vas al “cielo” estarás muerto- esas palabras hicieron que mi corazón se encogiera.
-Te lo prometo, cuando muera te diré si existe el cielo o no- prometió nuevamente.
-Deja de decir tonterías-
-No he sido tan malo, si voy al cielo, te lo diré Angel, en serio, te diré en donde estaré, ya se el Cielo o el infierno- prometió.
-Esto va contra mis creencias- dije negando con la cabeza.
-Lo sé, pero no me importa, tendrás que vivirlo linda- admitió con suficiencia.