Post by isabela on Mar 29, 2010 16:17:48 GMT -5
Cáp. XI
-¿qué?... ¿qué haces aquí?- inquirí confundida. Estaba segura de que no era una alucinación, nada creado por mi mente.
-Pero ¿no te alegra verme?- dijo con un tono de tristeza.
Fruncí el ceño pero no quería mostrarle enojo, como parecía, solo estaba confundida, era imposible que estuviera en mi casa, si ni siquiera había alguien que le abriera.
-Perdóname, que grosera fui… este hola- me disculpe con torpeza, presa de la confusión y la sorpresa.
-¿pasa algo linda?- dijo con dulzura.
-No, no pasa nada, sólo es que… no te esperaba aquí- dije mientras dejaba mi bolso sobre el sofá. Y aunque lo que quería decir era algo como “¡¿Qué demonios haces aquí?! O… ¡¿Cómo entraste?!” traté de ser amable, era lo menos que podía hacer.
-Oh, si… pensé en pasar por aquí a saludarte… a ti, a tu madre y a Danny…- dijo con alegría.
-Bueno, no es el momento, como ves, acabo de llegar de la escuela, Danny llega en dos horas o más junto con mamá- dije esperando que quisiera volver luego.
-Oh, entiendo, bueno, pues los esperaré si no te molesta- dijo sonriendo.
-Papá, vaya, me sorprende que estés aquí ¿no estabas en Valencia?- lo último que quería era ser grosera.
-Si, pero quería descansar un poco de tanto trabajo- asentí mecánicamente, aunque no le creía del todo.
-Te prepararé café- me dirigí a la cocina con la cabeza revuelta, estaba cansada y confundida. La cocina comenzó a parecerme un espacio más reducido de lo normal, los azulejos ordenados en un perfecto mosaico en tonos azules y rojizos me mareaban.
Encendí la estufa a gas, pero el olor me causaba nauseas. Me dí vuelta para ir al microondas y calentar el café allí, olvidando la cafetera que la tía Lucia le había regalado a mi madre.
Casi grito cuando los brazos de Ian me rodearon en un gesto de alivio. Cubrí mi boca con las manos mientras me recuperaba del susto que Ian me había causado.
-Shh, tranquila, tranquila, soy yo- susurró casi arrullándome.
-Lo se- dije con frustración
-Angel, debes salir de aquí- se apresuró a decirme con preocupación y miedo.
-¿por qué?- inquirí confundida
-¿Cómo te has sentido en todo el día? No te atrevas a mentirme- me ordenó con cautela.
-Cansada, paranoica, confundida, asustada…- Ian me silenció poniendo su dedo índice sobre mis labios.
-Algo anda mal, alguien quiere hacerte algo realmente malo, pero nunca había sentido algo así… Angel, si sabes quién es debes decirme- me estremecí… No podía imaginar quien era, pero si Ian nunca había sentido nada igual y yo sentía esa energía desde hoy, solo podía acusar a dos personas que nunca estaban cerca, pero que hoy marcaban una diferencia en mi vida.
Me dí cuenta de que tenía la boca abierta cuando Ian tomó mi barbilla con cuidado y me hizo cerrar la boca, perdiendo el tiempo, porque comencé a hablar de nuevo: -Austin… no… él es… extraño pero su energía, su aura, es pura, violeta…- tartamudee confundida –Pero si no es Austin, sólo se me ocurre mi… mi padre- los ojos se me llenaron de lagrimas ante la idea, no podía ser, era imposible.
Ian se encargó de tranquilizarme, cuidadosamente, de forma improvisada, ideó un plan para protegerme si mi padre era la amenaza, aunque yo no lo creía, a Ian nunca se le escapaba nada y prefería prevenir, a correr riesgos.
El hombre alto, delgado, de mediana edad, con cabello lizo y blanco, blanco por completo, mi padre, ese hombre era mi padre y por mas que Ian se preocupara, yo sabía que él no querría nunca hacerme daño.
Tomaba su café en calma, haciéndome preguntas sobre los últimos cuatro años de mi vida, sobre mamá, la escuela, Danny, Nicole y Oliver.
Terminaba de contarle sobre Caroline, la chica que había conocido meses después de que se fuera a España y sobre mi reciente ruptura con Oliver, cuando el estridente timbre sonó.
Y aunque sabía quien llamaba a la puerta, me cercioré de que fuera Ian.
-Pasa- dije con voz temblorosa.
-Gracias linda- dijo Ian y luego besó mi frente.
-Oh, buenas tardes- dijo Ian fingiendo sorpresa al ver a mi padre.
-Hola- contestó papá.
-Papá, él es Ian, mi… mi mejor amigo- no sabía como catalogar a Ian, pero era conciente de que él me conocía más que cualquier otro chico –Ian, el es mi padre Gregory- ambos se saludaron y se dieron la mano en un gesto de diplomacia.
Ian parecía tímido hablando con mi padre, ambos interrogaban de forma intuitiva, sin pensarlo, Ian le preguntaba algo a mi padre, él respondí y de inmediato papá ya tenía una pregunta que hacerme, al terminar de articular la ultima palabra de la respuesta, Ian me preguntaba algo a mi y luego a mi padre… Y ese molesto círculo se repetía.
Cuando pensaba que el círculo vicioso de preguntas nunca acabaría: el timbre.
Aunque estuviera en peligro, aunque sabía que algo amenazaba mi vida y que Ian me protegía de aquello… Mi madre fue mi súper héroe, la atención fue de Danny, el artista, el intelectual biólogo de la familia. Sonreí satisfecha, mi madre y mi padre conversaban de forma amena con Danny en el medio, quién parecía extasiado de atención, feliz por los halagos que recibía.
Ian estaba a punto de irse, pero cruzamos una mirada de sorpresa cuando el timbre sonó por tercera vez. Me apresuré a abrir para encontrarme con Austin, Nicole, Caroline y Oliver.
-¿qué demonios…?- dejé la frase a medias mientras Ian regresaba a la sala, preocupado por la cantidad de personas que acababan de llegar.
-Hola- saludaron todos al tiempo.
-Hola- dije con la voz aguda y preocupada.
Todos se sentaron en la sala, en verdad era una reunión, nadie sabía que lo era, nadie la había organizado, los veía desde el marco de la cocina, Austin se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camisa roja, unos Jeans desgastados y unas zapatillas estilo Skate. Caroline también se había cambiado, pero no me sorprendía, era algo normal en ella, un Jean ajustado una blusa de tirantes violeta con un abrigo blanco, estaba deslumbrante… Como siempre. Nicole… Nicole llevaba la misma ropa de la escuela: una falda de tul negra, una blusa azul y unas zapatillas negras, pero debido al frío de la tarde, le había agregado una bufanda púrpura a su conjunto y se había recogido el cabello en una estilizada moña con cuidado, para dejar ver la bonita bufanda. Oliver se veía bastante bien: Jeans clásicos, una camisa azul, con una chaqueta naranja y unas zapatillas similares a las de Austin. Danny tenía su ropa habitual, unos Jeans, una camisa marrón y unos tenis comunes, mamá… no había notado que mamá tenía puesto un vestido azul, con un suéter de encaje blanco, su cabello estaba perfectamente ordenado y cepillado, incluso tenía maquillaje. Papá tenía un pantalón kaki y un abrigo marrón chocolate. Ian una camisa a botones y unos Jeans algo holgados, pero que le favorecían de algún modo.
Todo parecía familiar y cercano, todos parecían conocerse desde siempre, incluso Ian y Austin, quienes no eran tan cercanos a la familia, aunque de verdad Ian sólo había estado en casa un día y Austin, Austin apenas nos conocíamos.
Estaba confundida y cansada, a pesar de la agradable situación, el miedo me perseguía,
Esa energía no se había ido, se disipaba a momentos, pero seguía ahí…
Sabía que estaba segura al lado de Austin y de mi padre, pero sabiendo eso, me asustaba más el hecho de desconocer mi enemigo.
Peligro.
-¿qué?... ¿qué haces aquí?- inquirí confundida. Estaba segura de que no era una alucinación, nada creado por mi mente.
-Pero ¿no te alegra verme?- dijo con un tono de tristeza.
Fruncí el ceño pero no quería mostrarle enojo, como parecía, solo estaba confundida, era imposible que estuviera en mi casa, si ni siquiera había alguien que le abriera.
-Perdóname, que grosera fui… este hola- me disculpe con torpeza, presa de la confusión y la sorpresa.
-¿pasa algo linda?- dijo con dulzura.
-No, no pasa nada, sólo es que… no te esperaba aquí- dije mientras dejaba mi bolso sobre el sofá. Y aunque lo que quería decir era algo como “¡¿Qué demonios haces aquí?! O… ¡¿Cómo entraste?!” traté de ser amable, era lo menos que podía hacer.
-Oh, si… pensé en pasar por aquí a saludarte… a ti, a tu madre y a Danny…- dijo con alegría.
-Bueno, no es el momento, como ves, acabo de llegar de la escuela, Danny llega en dos horas o más junto con mamá- dije esperando que quisiera volver luego.
-Oh, entiendo, bueno, pues los esperaré si no te molesta- dijo sonriendo.
-Papá, vaya, me sorprende que estés aquí ¿no estabas en Valencia?- lo último que quería era ser grosera.
-Si, pero quería descansar un poco de tanto trabajo- asentí mecánicamente, aunque no le creía del todo.
-Te prepararé café- me dirigí a la cocina con la cabeza revuelta, estaba cansada y confundida. La cocina comenzó a parecerme un espacio más reducido de lo normal, los azulejos ordenados en un perfecto mosaico en tonos azules y rojizos me mareaban.
Encendí la estufa a gas, pero el olor me causaba nauseas. Me dí vuelta para ir al microondas y calentar el café allí, olvidando la cafetera que la tía Lucia le había regalado a mi madre.
Casi grito cuando los brazos de Ian me rodearon en un gesto de alivio. Cubrí mi boca con las manos mientras me recuperaba del susto que Ian me había causado.
-Shh, tranquila, tranquila, soy yo- susurró casi arrullándome.
-Lo se- dije con frustración
-Angel, debes salir de aquí- se apresuró a decirme con preocupación y miedo.
-¿por qué?- inquirí confundida
-¿Cómo te has sentido en todo el día? No te atrevas a mentirme- me ordenó con cautela.
-Cansada, paranoica, confundida, asustada…- Ian me silenció poniendo su dedo índice sobre mis labios.
-Algo anda mal, alguien quiere hacerte algo realmente malo, pero nunca había sentido algo así… Angel, si sabes quién es debes decirme- me estremecí… No podía imaginar quien era, pero si Ian nunca había sentido nada igual y yo sentía esa energía desde hoy, solo podía acusar a dos personas que nunca estaban cerca, pero que hoy marcaban una diferencia en mi vida.
Me dí cuenta de que tenía la boca abierta cuando Ian tomó mi barbilla con cuidado y me hizo cerrar la boca, perdiendo el tiempo, porque comencé a hablar de nuevo: -Austin… no… él es… extraño pero su energía, su aura, es pura, violeta…- tartamudee confundida –Pero si no es Austin, sólo se me ocurre mi… mi padre- los ojos se me llenaron de lagrimas ante la idea, no podía ser, era imposible.
Ian se encargó de tranquilizarme, cuidadosamente, de forma improvisada, ideó un plan para protegerme si mi padre era la amenaza, aunque yo no lo creía, a Ian nunca se le escapaba nada y prefería prevenir, a correr riesgos.
El hombre alto, delgado, de mediana edad, con cabello lizo y blanco, blanco por completo, mi padre, ese hombre era mi padre y por mas que Ian se preocupara, yo sabía que él no querría nunca hacerme daño.
Tomaba su café en calma, haciéndome preguntas sobre los últimos cuatro años de mi vida, sobre mamá, la escuela, Danny, Nicole y Oliver.
Terminaba de contarle sobre Caroline, la chica que había conocido meses después de que se fuera a España y sobre mi reciente ruptura con Oliver, cuando el estridente timbre sonó.
Y aunque sabía quien llamaba a la puerta, me cercioré de que fuera Ian.
-Pasa- dije con voz temblorosa.
-Gracias linda- dijo Ian y luego besó mi frente.
-Oh, buenas tardes- dijo Ian fingiendo sorpresa al ver a mi padre.
-Hola- contestó papá.
-Papá, él es Ian, mi… mi mejor amigo- no sabía como catalogar a Ian, pero era conciente de que él me conocía más que cualquier otro chico –Ian, el es mi padre Gregory- ambos se saludaron y se dieron la mano en un gesto de diplomacia.
Ian parecía tímido hablando con mi padre, ambos interrogaban de forma intuitiva, sin pensarlo, Ian le preguntaba algo a mi padre, él respondí y de inmediato papá ya tenía una pregunta que hacerme, al terminar de articular la ultima palabra de la respuesta, Ian me preguntaba algo a mi y luego a mi padre… Y ese molesto círculo se repetía.
Cuando pensaba que el círculo vicioso de preguntas nunca acabaría: el timbre.
Aunque estuviera en peligro, aunque sabía que algo amenazaba mi vida y que Ian me protegía de aquello… Mi madre fue mi súper héroe, la atención fue de Danny, el artista, el intelectual biólogo de la familia. Sonreí satisfecha, mi madre y mi padre conversaban de forma amena con Danny en el medio, quién parecía extasiado de atención, feliz por los halagos que recibía.
Ian estaba a punto de irse, pero cruzamos una mirada de sorpresa cuando el timbre sonó por tercera vez. Me apresuré a abrir para encontrarme con Austin, Nicole, Caroline y Oliver.
-¿qué demonios…?- dejé la frase a medias mientras Ian regresaba a la sala, preocupado por la cantidad de personas que acababan de llegar.
-Hola- saludaron todos al tiempo.
-Hola- dije con la voz aguda y preocupada.
Todos se sentaron en la sala, en verdad era una reunión, nadie sabía que lo era, nadie la había organizado, los veía desde el marco de la cocina, Austin se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camisa roja, unos Jeans desgastados y unas zapatillas estilo Skate. Caroline también se había cambiado, pero no me sorprendía, era algo normal en ella, un Jean ajustado una blusa de tirantes violeta con un abrigo blanco, estaba deslumbrante… Como siempre. Nicole… Nicole llevaba la misma ropa de la escuela: una falda de tul negra, una blusa azul y unas zapatillas negras, pero debido al frío de la tarde, le había agregado una bufanda púrpura a su conjunto y se había recogido el cabello en una estilizada moña con cuidado, para dejar ver la bonita bufanda. Oliver se veía bastante bien: Jeans clásicos, una camisa azul, con una chaqueta naranja y unas zapatillas similares a las de Austin. Danny tenía su ropa habitual, unos Jeans, una camisa marrón y unos tenis comunes, mamá… no había notado que mamá tenía puesto un vestido azul, con un suéter de encaje blanco, su cabello estaba perfectamente ordenado y cepillado, incluso tenía maquillaje. Papá tenía un pantalón kaki y un abrigo marrón chocolate. Ian una camisa a botones y unos Jeans algo holgados, pero que le favorecían de algún modo.
Todo parecía familiar y cercano, todos parecían conocerse desde siempre, incluso Ian y Austin, quienes no eran tan cercanos a la familia, aunque de verdad Ian sólo había estado en casa un día y Austin, Austin apenas nos conocíamos.
Estaba confundida y cansada, a pesar de la agradable situación, el miedo me perseguía,
Esa energía no se había ido, se disipaba a momentos, pero seguía ahí…
Sabía que estaba segura al lado de Austin y de mi padre, pero sabiendo eso, me asustaba más el hecho de desconocer mi enemigo.